martes, 2 de marzo de 2010

OTRA FORMA DE HACER TERRORISMO

Es curioso comprobar como algunos medios de comunicación organizan una especie de debates dónde se dan cera los distintos contertulios. Esa cera consiste en descargar todo su odio (y muchas veces, complejos) contra el Gobierno de la Nación. En esa vorágine pseudoorgística que desarrollan no escatiman medios; el insulto, lo soez y lo chabacano se mezclan, muchas veces con escasos o nulos argumentos con un mínimo de peso, para crear un engendro que curiosamente satisface a un porcentaje de la población española (quiero pensar que no muy alto) que parece disfrutar con espectáculos tan poco edificantes para un democracia medianamente seria como es la nuestra. Y digo bien, digo democracia porque en un país como éste, parece ser que nostálgicos de regímenes anteriores quieren, mediante la provocación, la mentira en muchas ocasiones y la agresividad más desbocada, poner no ya sólo a un gobierno, sino al propio Estado a los pies de los caballos. 

La estrategia engloba a todo aquello que no les baile el agua o que simplemente crean, en sus cortas y retorcidas mentes que son dignos de sus reproches más virulentos y vomitivos: sindicatos, artistas, funcionarios, organizaciones de izquierdas, etc. Nombres tales como Carlos Dávila, Federico Jiménez Losantos, César Vidal, Martín Ferrand, Pedro J. Ramírez, Juan Manuel de Prada, Curry Valenzuela, Isabel San Sebastián, Antonio Jiménez , Carmen Tomás y algunos ínclitos y menos ínclitos personajes más, se dedican a practicar eso que se podría denominar de muchas formas, pero que deja al periodismo serio a la altura del excremento más nauseabundo y deplorable que uno o una se pueda imaginar. Si este es el periodismo y las mesas de debate que queremos, decididamente este país ha enfermado, y de gravedad.

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